#7

XVII

Después de tanto navegar,
después de tanto naufragio,
solo me queda
un montón de buques huecos en el alma;
una huida hacia dentro
llena de poemas rupestres
que se hunden hacia el fondo.

He aprendido a caer con gusto,
del gusto en la caída.
Por eso ya no espero mucho,
solo dejar un poemario
y que alguien lo lea el día de mi entierro.

Y es que ahora que mi carne tuya es tu carne mía
todo lo demás
poco importa.
Porque en mi cielo siempre quedará una luna
y por tu calle siempre pasará un borracho.

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